Después de casi 20 años volando en nombre de la innovación, Rolls-Royce retiró oficialmente su legendario N787RR, un Boeing 747-200 modificado que durante dos décadas sirvió como plataforma de pruebas de desarrollo para algunos de los motores más avanzados del mundo. Aunque el “Jumbo” aún no ha sido declarado un clásico, su condición de ícono lo ha llevado a ganarse un lugar especial entre los entusiastas de la aviación vintage, especialmente por su rol clave en el desarrollo tecnológico de Rolls-Royce.

Este avión, originalmente operado por Cathay Pacific, fue transformado por completo para convertirse en un laboratorio volador. En uno de sus costados podía portar motores experimentales de gran tamaño, mientras los tres restantes se usaban para propulsión y control. Así, el N787RR participó en hitos cruciales como las primeras pruebas de combustible de aviación sostenible (SAF) en motores Rolls-Royce, la certificación de las familias Trent y Pearl, y más recientemente, el desarrollo del Pearl 10X, el potente motor que impulsará a la nueva generación de jets ejecutivos ultra largos.

El legado del N787RR no es solo tecnológico, sino simbólico: representa la transición de la aviación tradicional a una industria enfocada en sostenibilidad, eficiencia y rendimiento extremo. Rolls-Royce cierra así un capítulo glorioso con este singular 747, mientras da paso a nuevas plataformas de prueba más livianas y versátiles. El retiro del avión, sin embargo, no significa el fin de su influencia. Su contribución a la validación de nuevas tecnologías y combustibles alternativos seguirá resonando en el diseño de motores para las próximas décadas.

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«Las decisiones que tomemos hoy definirán el rumbo de nuestra industria durante las próximas décadas. Vamos a trabajar con los Estados y la industria para fortalecer la seguridad, modernizar la navegación aérea y promover una regulación clara, justa y armonizada. Los impuestos deben ser previsibles y transparentes, y la sostenibilidad, un compromiso compartido por todos.”

~ Juan Carlos Salazar, secretario general de OACI